4 días en Portugal dan para mucho...
...y la verdad es que si aprovechas bien el tiempo puedes disfrutar de un itinerario bastante completo por el norte de Portugal, como el que realizamos (Carlos, Pili, Vane y un servidor) la pasada Semana Santa entre el miércoles y el sábado.
Partimos desde Ávila una vez acoplado el GPS y comprobado los niveles del coche (la seguridad es lo primero). Pasando por Zamora, comenzamos nuestro itinerario portugués en la ciudad de Bragança, donde destaca su impresionante castillo del siglo XIII y cuya Torre del Homenaje es visible desde cualquier punto de la ciudad. Dentro del recinto de la muralla que rodea al castillo podemos encontrar el Domus Municipalis (justo detrás de la Iglesia de Santa Maria de Bragança), edificio románico considerado el ayuntamiento más antiguo de Portugal.
Castillo de Bragança
Un vez visitado Bragança, donde también comimos (muy recomendable Solar Bragançano, muy cerca del centro), nos pusimos en camino hacia Guimaraes ,a unos 200 km. El trayecto es casi todo por autopista, aunque hay que tener en cuenta que existen pocas áreas de servicio, por lo que si veis una no la dejéis pasar porque no se sabe cuando aparecerá otra.
Llegamos a Guimaraes una vez que se había puesto el sol, pero esto no nos impidió disfrutar de su maravilloso centro histórico, donde podemos encontrar la Plaza de Santiago, la Plaza Oliveira, donde se encuentran la Iglesia de Nuestra señora de Oliveira y el monumento del Salado (crucero realizado para conmemorar la batalla del Salado) o la Calle de Santa María.
Hay que recordar que Guimaraes es Patrimonio de la Humanidad, y es considerada la cuna de Portugal, ya que aquí fue coronado Alfonso Enríquez como primer rey luso.
Esa noche empezamos a darnos cuenta de que las costumbres españolas son diferentes, ya que en prácticamente ningún bar y restaurante se puede fumar (sólo recuerdo uno en todo el viaje), así que si alguien quería fumarse un cigarrillo con la copa o después de cenar, tenía que salir fuera, como pasa aquí con las empresas.
Nada más desayunar (nunca más tarde de las 10:30), subimos a conocer la parte que nos faltaba de Guimaraes, su castillo medieval (desde el que se divisa toda la ciudad) y el Palacio de los Duques de Braganza.
Una vez completada nuestra visita, pusimos rumbo a Viana do Castelo,a unos 80 Km., junto a la costa atlántica. Nada más llegar parece que te encuentras ante una ría alejada del mar (es el estuario del río Limia) pero en cuanto subes a la colina que domina toda la ciudad (se puede subir en teleférico),donde se encuentra la Iglesia de Santa Luzia, puedes apreciar toda la belleza de una ciudad que se abre al océano. Lastima que llegamos casi sin luz natural y las fotos no reflejaron la belleza de la vista.
Viana do Castelo
Un paseo por el centro de la ciudad nos llevará directamente a la Plaza de la República, donde se encuentra el Ayuntamiento y el Hospital de la Misericordia.
En esta ocasión, nos decantamos por cenar en un típico restaurante marinero especializado en pescado y marisco. Después continuamos con nuestra sana costumbre de tomar un “copo” (copa) y unos “finos” (cañas) antes de retornar al hotel.
Al día siguiente nos fuimos directamente a Oporto, que está a una hora de camino por autopista. Una vez que pasamos por la sede de turismo, nos pusimos en marcha para ver lo más destacado de la ciudad.
De Oporto no podemos perdernos la Iglesia de los Clérigos, La Sé (Catedral), el Palacio de la Bolsa, o los puentes sobre el Duero, especialmente el de Luis I.
Puente Luis I sobre el río Duero
Tras comer en una terraza junto al Duero (cuidado si te sientas en una terraza sin sombrilla), decidimos cruzar el puente de Luis I y visitar las bodegas de Vila Nova de Gaia en la ribera sur. Aquí se pueden degustar y comprar los famosos vinos de Oporto. Después de mucho caminar, y degustar un estupendo café en la cafetería Majestic, nos pusimos de nuevo en marcha hacia Aveiro, donde pasaríamos la última noche de nuestro viaje.
Aveiro destaca por la belleza de sus canales, que no son los de Venecia, pero dan una gran personalidad y atractivo a la ciudad. Tuvimos la mala de suerte de que empeorase el tiempo justo al llegar y al día siguiente por la mañana pero aún así pudimos hacer unas compras de última hora y visitar Costa Nova, un pequeño pueblo situado a 10 Km. y que es famoso por sus casas pintadas a rayas verticales.
Tras tomarnos un café en Costa Nova emprendimos el camino de regreso que nos llevaría casi 5 horas más tarde a nuestro punto de partida, Ávila, que en ese momento estaba cubierta por la primera nevada del año (¡y ya era primavera!).
Espero que esta pequeña crónica de nuestro viaje os sirva para animaros a visitar estos fantásticos lugares de un país tan parecido a España y tan poco conocido como es Portugal.
Y para más información...
http://www.visitportugal.com/Cultures/es-ES/default.html
